
Glosario Catequístico
Encuentre en esta sección una recopilación detallada de conceptos, palabras y expresiones esenciales del lenguaje utilizado en la catequesis y la formación.
El contenido se encuentra ordenado en forma alfabética
A
Antropología: Palabra de origen griego. Proviene de anthropos (hombre o humano) y logos (conocimiento). Se encarga de estudiar la realidad del ser humano; su sociedad, sus manifestaciones culturales y las formas de interacción social.
Antropología Cristiana: Hace una lectura de fe sobre el ser humano y lo comprende desde la Revelación, a través de la Sagrada Escritura y el Magisterio.
Antropología Catequética: La catequesis busca iluminar toda realidad humana y para esto debe involucrarse con el hombre mismo, la vida, la historia. La antropología le ayuda a la catequesis a una tener una visión del hombre crítica y purificadora, para ser fiel a Dios y al hombre. Antes de hablar de Dios debe hablarse del hombre mismo, pues Dios habla y actúa en la propia historia humana y la Salvación que el Señor le concede es integral, abarca todas las dimensiones del ser humano.
Año litúrgico: Consiste en un camino de fe que nos propone la Iglesia, para adentrarnos en los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo. Además, durante el año, nos acompañan las distintas celebraciones de los santos. El año litúrgico está dividido en diversos tiempos o etapas, calendarizados en forma cíclica: Adviento, Navidad, I parte del Tiempo Ordinario, Cuaresma, Triduo Pascual, Pascua y II parte del Tiempo Ordinario. De esta forma el año litúrgico inicia con el I Domingo de Adviento y termina con la fiesta de Cristo Rey.
Año litúrgico y catequesis: Como cristianos católicos celebramos el año litúrgico como esa presencia viva y actuante de Dios dentro del ciclo de la vida humana. Por eso cada tiempo se vive desde la catequesis con los procesos, ritos, celebraciones o manifestaciones que sean propias de cada etapa.
Apologética: Consiste en una rama de la teología cuyo objetivo es explicar y defender las verdades de fe, señalando los errores doctrinales de los “adversarios” para proteger la integridad de nuestra fe. En Aparecida los obispos llaman a una apologética renovada para saber dar razón de nuestra fe, propiciando una actitud de respeto y de apertura al diálogo pacífico: “Hoy se hace necesario rehabilitar la auténtica apologética que hacían los padres de la Iglesia como explicación de la fe. La apologética no tiene porqué ser negativa o meramente defensiva per se. Implica, más bien, la capacidad de decir lo que está en nuestras mentes y corazones de forma clara y convincente, como dice san Pablo “haciendo la verdad en la caridad” (Ef. 4, 15). Los discípulos y misioneros de Cristo de hoy necesitan, más que nunca, una apologética renovada para que todos puedan tener vida en Él”. (Documento de Aparecida, 229).
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C
Catecismo de la Iglesia Católica (CEC): Es el texto que recoge las verdades doctrinales fundamentales de nuestra fe. Fue promulgado el 11 de octubre de 1992 por Juan Pablo II. Está estructurado en cuatro partes: lo que creemos (el símbolo), lo que celebramos (los sacramentos), la vida en Cristo (los mandamientos y la moral cristiana) y lo que rezamos (la oración del Padre Nuestro).
Catecumenado: En sentido estricto es el proceso por el cual, una persona recién convertida, se prepara para recibir el Bautismo. A esta persona se le llama catecúmeno. En forma análoga se llama catecúmenos a personas que no han completado su iniciación cristiana, o que no han madurado su fe, o que quieren reanudar el camino de la fe.
En el proceso de catecumenado se suceden las siguientes etapas:
Precatecumenado: Es el momento del primer anuncio para provocar la conversión.
Catecumenado: Es un proceso de escucha de la Palabra de Dios para maduración de la conversión y de la fe.
Purificación e iluminación: Es una preparación más intensa para llegar a recibir los sacramentos de la iniciación cristiana. Es una etapa de oración y de renovación del corazón por la conversión.
Mistagogía: Consiste en la profundización de los sacramentos y de la experiencia de comunidad.
Catequesis: Proviene del verbo griego katechéo que significa “hacer resonar”. Es un proceso de transmisión de la fe, ordenado, gradual, sistemático; que busca la adhesión de la persona a Jesús de Nazareth, su objetivo es entonces hacer discípulos. La catequesis ilumina toda situación humana a la luz de la Palabra de Dios, para que el ser humano pueda descubrir el amor del Señor presente en su propia historia y se genere la conversión. La catequesis respeta el ritmo y la decisión de cada persona. Es una propuesta y no una imposición.
La catequesis es un acto comunicativo y educativo al servicio de la Palabra revelada, es educación en la fe de la Iglesia y profundización de le experiencia humana para iluminarla desde la fe.
Catequesis de la experiencia: Se fundamenta en el principio de la Encarnación, acontecimiento que hace manifiesto que la Revelación se da dentro de la historia humana. La historia es así lugar teológico donde Dios se revela, actúa y salva. La catequesis de la experiencia se caracteriza entonces por inspirarse en el principio de la Encarnación, tomar en serio la realidad humana, desarrollar procesos de inculturación y por una actitud de apertura y diálogo. Tiene tres elementos constitutivos: la experiencia humana, la experiencia de fe y la respuesta de fe.
Catequética: Es la reflexión sistemática y científica sobre la catequesis, con vistas a definir, comprender, orientar y valorar el ejercicio de esta importante acción pastoral. Es reciente, pues se ha ido configurando durante los dos últimos siglos.
Se puede hablar del nacimiento de la catequética como disciplina académica en el año 1774, cuando por disposición de la emperatriz María Teresa de Austria y siguiendo el proyecto preparado por el abad benedictino Rautenstrauch, fue introducida en las escuelas de teología del imperio austro-húngaro la enseñanza de la catequética, bien como disciplina per se, o como parte de la teología pastoral. Pero en realidad, esta disciplina empezará a desarrollarse hacia finales del siglo XIX, siguiendo el nacimiento y desarrollo del llamado movimiento catequético, es decir, de la rica floración de ideas, inquietudes y esfuerzos que, desde finales del siglo pasado y hasta el acontecimiento del Vaticano II, tratará de renovar la teoría y la práctica de la catequesis, bajo el influjo de nuevas corrientes culturales, especialmente de orden pedagógico y psicológico.
Catequista: Es el pedagogo de la fe, pues lleva a los hermanos a encontrarse con Jesucristo. Es un vocacionado, pues transmite la fe de la Iglesia como enviado de Cristo y en nombre de su Iglesia, no en nombre propio.
El catequista es Ministro de la Palabra de Dios, pues por medio del anuncio de la Buena Noticia ayuda a todo hombre a percibir al Dios amigo, que espera dialogar con todo ser humano.
Catequístico: Alude a todo lo que tenga que ver con la práctica de la catequesis. Es importante diferenciar entre catequético y catequístico. El primer término hace referencia a la ciencia teológica, por tanto a todo lo que es proceso teórico y reflexivo sobre la catequesis. El segundo término tiene que ver con todo lo práctico y operativo en el desarrollo de la catequesis.
Comunicador: Es aquella persona con una gran capacidad para transmitir a los demás sus opiniones y para conectar con la gente. También se le define como la persona que se dedica a transmitir eficientemente un mensaje a un público objetivo, a través de determinados medios. Para ello, se requieren un conjunto de habilidades tales como la capacidad de observar; saber escuchar y tener empatía; emplear un lenguaje adecuado para su público, a menudo claro, sencillo, directo; y naturalmente, el tener un propósito claro al comunicar.
Comunicador y catequesis: El catequista es comunicador, en cuanto no es alguien que simplemente sabe o conoce aspectos acerca de su fe, sino que es un testigo veraz frente a los demás, pues sabe vivir y testimoniar, con gestos y palabras, el mensaje de salvación.
Comunidad: Se refiere a un conjunto de personas que conviven, con un sentido de pertenencia, identidad y compromiso. Sus relaciones son recíprocas y se construyen sobre el afecto y sobre valores comunes.
Comunidad cristiana: Somos la comunidad de hermanos, renacidos en el Bautismo, y que nos congregamos en torno al Resucitado. Él es nuestra cabeza, nuestro sentido de pertenencia, el que hace posible la caridad entre todos. Los valores que compartimos son los evangélicos; hacer presente a Cristo y extender su mensaje es el compromiso de esta comunidad de creyentes. El vínculo de comunión es imprescindible pues es fruto de la Resurrección del Señor y signo de que somos sus discípulos: “Padre Santo, cuida en tu nombre, a los que me diste, para que sean uno como nosotros”. (Jn 17, 11).
Conciencia moral: El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón (CEC 1776), que orienta las acciones del hombre hacia el bien. La conciencia moral de aquellos que se han adherido a Cristo y son transformados por su gracia, lleva a conocer, juzgar, discernir y actuar de acuerdo a los criterios, sentimientos y pensamientos del mismo Cristo.
Es importante formar la conciencia, tarea que se lleva toda la vida. La Palabra de Dios, la oración y la guía de la comunidad eclesial, son los medios eficaces con los cuales el Señor nos asiste para tal fin.
Condescendencia: La palabra condescendencia deriva del latín condescendere que significa ponerse al nivel de otra persona, no por obligación sino por gusto o bondad, con el fin de ayudarlo.
Condescendencia y catequesis: La catequesis asume la pedagogía de la fe como el modelo que guía la acción catequética. La pedagogía de la fe está configurada por la condescendencia de Jesús. El catequista, al modo de Jesús, ve al otro con misericordia y sabe ponerse a su lado, a su ritmo, a su servicio, en sus circunstancias; para acompañarle al estilo del Maestro.
Cristocentrismo: Hace referencia a la centralidad de Cristo en la vida cotidiana y en la reflexión teológica.
Cristocentrismo trinitario: Se explica en la frase “por Cristo al Padre en el Espíritu”. La configuración del creyente con Cristo nos sitúa como hijos en el Hijo, en comunión con el Espíritu Santo. Es la misma pedagogía de Jesús, que nos lleva a la vida íntima de Dios, que es comunión de amor. El cristocentrismo de la fe cristiana es un cristocentrismo trinitario, puesto que Cristo no podría ser el centro, sino en el marco de la acción salvadora de Dios uno y trino.
Cristocentrismo y catequesis: El misterio de Cristo no sólo es criterio objetivo para la educación de la fe (como centro de los contenidos de la fe), sino también criterio interpretativo, pues es el centro que ilumina todos los demás misterios, verdades o aspectos de la fe, e incluso es el centro del sentido de la historia y de todos los acontecimientos. El acontecimiento Pascual de Jesucristo es el centro de la predicación de la Iglesia y su razón de ser.
Cristo es también el centro de la espiritualidad y de la formación de los catequistas, puesto que solo en la comunión personal con Él encuentran su luz y su fuerza. Cristo es el centro de su vida, de su reflexión y de la comunicación de la fe, que comienza con el testimonio de su encuentro personal con Cristo.
Cultura: Abarca las distintas manifestaciones del ser humano. Es el modo propio que tiene una comunidad humana para hacer las cosas y está determinado por el tiempo, el espacio y la tradición. Dentro de lo cultural se vive el sentido de las cosas y de los acontecimientos diarios, lo subjetivo, la acción, las personas y sus relaciones.
Cultura cristiana: Nace de la centralidad de la persona de Jesucristo, su estilo es el del Evangelio y preserva valores fundamentales como la originalidad de la persona humana, la dignidad de la vida, la libertad, la igualdad entre hombre y mujer, el rechazo del mal y la aceptación del bien, la compasión, la solidaridad, la misericordia, el perdón, el amor y la trascendencia. Desde la cultura cristiana se han producido obras literarias y científicas, composiciones musicales, obras arquitectónicas y de pintura; que son testimonio del patrimonio intelectual, moral y estético de la fe cristiana.
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Decálogo: Son diez Palabras de Vida que Dios reveló a su pueblo en el monte Sinaí. Se recogen en los libros del Éxodo (Ex 20, 1-17) y Deuteronomio (Dt 5, 6-22). Conocidos como los “diez mandamientos” estas palabras de vida nos muestran las exigencias del auténtico amor, a Dios y al prójimo. Con Jesucristo, en la nueva alianza, se revelará su contenido pleno.
Diaconía: Palabra que proviene del griego diakonos que significa servir. El término diaconía abarca una gran cantidad de obras, que son expresión del amor cristiano hacia el prójimo. Involucra promoción humana, ecología, voluntariado, asistencia y todas aquellas maneras de servicio y compromiso con el hermano, movido por el amor del Señor. Es una actitud de servicio permanente de la Iglesia, comprometida con las necesidades de los hermanos, especialmente de los más vulnerables; servicio manifestado en palabras y en acción, con una compasión enraizada en la Biblia e inspirada en el ministerio de Jesucristo.
Didáctica: Se deriva del griego didaskein (enseñar) y tekne (arte), de lo cual se concluye que didáctica es el arte de enseñar. Forma parte de la pedagogía y, a nivel teórico, estudia, analiza y describe el proceso de enseñanza y aprendizaje para orientar la teoría de la enseñanza. A nivel práctico propone métodos, modelos y técnicas para optimizar el aprendizaje.
Didáctica y catequesis: La catequesis es una acción educativa y, por tanto, requiere de apoyos didácticos, los cuales quedan contenidos en la planificación, a saber: propósitos, contenidos, recursos, estrategias y valoración; todo esto con miras a lograr un aprendizaje construido por el interlocutor, a partir de su experiencia y que, por lo tanto, sea significativo para este. La didáctica catequética está en función de la pedagogía de la fe y es fruto de una espiritualidad de servicio al Reino de Dios, en la alegría de formar discípulos de Cristo. Por tanto la acción didáctica en la catequesis se fundamenta en la misericordia y condescendencia, pone en el centro a la persona y está cargada de creatividad y afectividad.
Directorio para la Catequesis (DC): Es un documento elaborado por la Santa Sede, que recoge el pensamiento del Magisterio de la Iglesia sobre el Ministerio de la Palabra y la Catequesis. Su finalidad es indicar los principios teológicos pastorales de carácter fundamental, por los que pueda orientarse y regirse más adecuadamente la acción pastoral del Ministerio de la Palabra y, en concreto, la catequesis.
El primero surgió en 1971 bajo el título Directorio Catequístico General. El segundo es del año 1997 y se llamó Directorio General para la Catequesis. El más reciente se ofreció a toda la Iglesia el 23 de marzo del año 2020, es llamado Directorio para la Catequesis y fue publicado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
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Eclesialidad: Hace referencia a la pertenencia y comunión de toda la Iglesia. Se manifiesta en el llamado universal a la santidad, la confesión de la fe católica, la comunión con el Papa y los Obispos, la participación en la misión de la Iglesia y el compromiso en la sociedad al servicio de la dignidad humana.
Ecumenismo: Por “movimiento ecuménico” se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos. (UR, 4).
Ecumenismo y catequesis: La catequesis está llamada a impulsar el diálogo ecuménico. Con la madurez y la solidez de la fe y el sentido de pertenencia a la comunidad cristiana católica; resguardando la fe recibida y sabiendo que en nuestra Iglesia están las verdades reveladas por el Señor; la catequesis favorece el ecumenismo, el cual busca el respeto y el diálogo entre los cristianos de distintas denominaciones, valorando el esfuerzo de estos hermanos y la presencia del Espíritu Santo que también está con ellos. La catequesis forma, entonces, para dar razón de la fe pero con dulzura y respeto: “Dad culto al Señor, Cristo, en nuestro interior, siempre dispuestos a dar respuesta a quien os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto”. (I Pe 3, 15-16).
Educador: Incluye a toda persona que ejerce el acto de educar o sea, que proporciona conocimientos o habilidades a una persona para darle una determinada formación, ayudándole a desarrollar facultades intelectuales, morales y afectivas. Los ámbitos de la acción educativa incluyen: la socialización, la transmisión de conocimientos, la concientización, crítica y cambio, la orientación, el crecimiento, la iniciación y la actividad interpretativa.
Educador y catequesis: El catequista es un educador de la fe de sus hermanos. En nombre de la Iglesia acerca a los hermanos a la fe y les ayuda a que esta madure y pueda la persona, así, discernir y poner por obra un estilo de vida verdaderamente evangélico, como discípulo del Señor. Desde esta perspectiva, el catequista es un educador de la fe y él mismo, en tanto hombre de fe, necesita ser permanentemente educado en la fe, necesita hacerse destinatario de la catequesis. Destinatario de itinerarios formativos diseñados para él, en los cuales la educación en la fe sea intencional y sistemáticamente favorecida.
Evangelización: Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar. (EN 14). Así, la Evangelización es la misión de la Iglesia y es, concretamente, el anuncio del Evangelio a quien no lo conoce y el sostén de los hijos de la Iglesia en el crecimiento y conocimiento de la fe. La Iglesia evangeliza a través del anuncio de la Palabra, de la transmisión de la fe celebrada y vivida en comunidad y del servicio a todo hombre y toda mujer en toda realidad.
Experiencia de fe: Es un elemento constitutivo de la catequesis de la experiencia junto con experiencia humana y respuesta de fe. Es el momento en el cual se interpela e ilumina la realidad humana del interlocutor a partir de la Palabra. Así se da sentido y orientación cristiana a lo cotidiano de la vida, tanto individual como comunitariamente.
Experiencia humana: Es un elemento constitutivo de la catequesis de la experiencia junto con experiencia de fe y respuesta de fe. Se refiere a la realidad cotidiana de los interlocutores de la catequesis. Solo partiendo de esta, tomará un sentido significativo lo que se transmite a la persona, lo que se viva y comparta en el encuentro catequístico.
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Fides qua: Indica el acto mismo con el que el creyente, bajo la acción de la gracia, confía en Dios que se revela y asume el contenido de la revelación como verdadero. El sujeto, con toda su capacidad de respuesta y compromiso, se muestra y se entrega libremente a Dios, brindándole el “homenaje de su entendimiento y voluntad”. (DV 5).
Fides quae: Indica el contenido de la fe que es aceptado por el creyente, las diversas verdades de fe que son acogidas o creídas.
Fides quae y fides qua no se comprenden por separado. “Los contenidos o verdades de fe (Fides quae) se vinculan directamente a nuestra cotidianeidad; piden una conversión de la existencia, que da vida a un nuevo modo de creer en Dios (Fides qua). Conocer a Dios, encontrarle, profundizar en los rasgos de su rostro, pone en juego nuestra vida porque Él entra en los dinamismos profundos del ser humano”. (Benedicto XVI, Audiencia del 17 de octubre del 2012).
Fuentes de la catequesis: Son aquellos acervos de los cuales se empapa la catequesis siendo, todos ellos, manifestaciones de la Tradición como Palabra viva de Dios. Estas fuentes son: La Sagrada Escritura, el Magisterio de la Iglesia, la Liturgia y el Testimonio de los santos y los mártires. El Directorio para la Catequesis, del año 2020, señala otras fuentes importantes para la catequesis: la teología, la cultura cristiana y la vía de la belleza.
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Inculturación: Es un proceso que se define como “el esfuerzo de la Iglesia por hacer penetrar el mensaje de Cristo en un determinado medio sociocultural, llamándolo a crecer en sus valores propios en cuanto son conciliables con el Evangelio”. (La fe y la inculturación, 1987).
Inculturación y catequesis: La catequesis está llamada a conocer y palpar la realidad, para poder llegar a lo más profundo del corazón y de las situaciones sociales para, desde dentro, iluminarlas con la luz del Evangelio. Si bien es cierto que expone un mensaje que es inmutable: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hb 13, 8), los métodos y las formas de expresión deben ser significativos para la cultura y el hombre contemporáneo. Para servir a la evangelización de la cultura, la catequesis debe permanecer en actitud de salida misionera, con la espiritualidad de la misericordia y en una marcada apertura al diálogo.
Iniciación: Se deriva del término latino in ire (entrar). Es un paso, marcado por distintos ritos, que marca la entrada o la aceptación de un individuo a una comunidad o grupo particular.
Iniciación Cristiana: Corresponde a aquel proceso mediante el cual nos hacemos cristianos, a través de la inserción a la vida de la fe y de la adhesión a Jesucristo. Existen tres ritos (sacramentos) que marcan esta inserción: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. De esta forma la iniciación cristiana se manifiesta mediante tres expresiones de un único misterio, que lleva al ser humano a una transformación y este responde comprometiéndose a vivir como hijo de Dios dentro de la comunidad cristiana; la comunidad lo acoge, le inspira en el obrar y le alimenta y acompaña.
Interlocutor: Se refiere a una persona con la cual se establece un diálogo o una conversación. Los interlocutores son participantes activos de un acto comunicativo y viven su rol en la expresión de su sentir y pensar, dialogando y enriqueciendo con sus aportes el momento comunicativo.
Interlocutores de la catequesis: Se refiere a todos los involucrados en el proceso de catequesis: el catequista, el catequizando, la familia y la comunidad cristiana.
Itinerario: Tiene origen en el vocablo latino itinerarius y hace referencia al rumbo, orientación y descripción de un trayecto.
Itinerario y catequesis: La catequesis, desde la pedagogía de la fe, es un trayecto, un proceso, un camino de seguimiento de Cristo y de su Evangelio que busca formar discípulos maduros en su fe, según las posibilidades y necesidades de cada persona. De esta forma, el itinerario catequístico es la formulación de este camino, como propuesta para la iniciación o reiniciación en la fe de niños, jóvenes y adultos.
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Kénosis: La palabra kénosis tiene su origen en uno de los pasajes de la Carta a los Filipenses, específicamente en el “Himno Cristológico” (Flp 2, 6-11) citado por San Pablo, entendido tradicionalmente como un himno que canta la humillación de Cristo en la tierra y su exaltación. En el versículo 7 aparece la expresión ἑαυτὸν ἐκένωσεν (se vació de sí mismo) de donde deriva el concepto κένωσις; para referirse al “abajamiento” o “vaciamiento” del que se habla en Flp 2,7.
Las palabras y acciones de Jesús, atravesadas por su actitud kenótica, nos muestran la auténtica imagen de Dios: un Padre que ama desde la gratuidad y se despliega en la entrega, amor desde el cual el creyente está invitado también a amar. La expresión máxima de este amor de Dios la vemos en la kénosis, que se convierte para nosotros en la medida con la que debemos amar, puesto que kenóticamente hemos sido amados. El Reino exige seguir al Jesús kenótico en el servicio, la entrega generosa de la propia vida y el amor al prójimo, pues seguirle es adherirse a su persona.
Kerygma: Es una palabra griega que significaba proclamación. En el nuevo testamento esta noticia importante y verdadera a proclamar es el Primer Anuncio de Jesucristo muerto y resucitado, que ha sido constituido Señor y Salvador nuestro. Este primer anuncio busca presentar a la persona de Jesús de Nazareth para que el otro pueda escuchar y convertirse, abriendo el corazón a la gracia, despertando el corazón a la fe.
Koinonía: Es la transliteración del griego κοινωνία que se traduce como comunión o participación en lo común. Designa la participación de una misma fe y la comunión a la que están sujetos todos los miembros de la comunidad creyente. El signo de la koinonía manifiesta un nuevo modo de compartir y de convivir, anuncio de la fraternidad y de la reconciliación por el vínculo de la paz y de la caridad, que brotan del Resucitado para toda la comunidad cristiana y que la vuelve signo de unión, fraternidad y amor ante el mundo.
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Lenguaje: Facultad del ser humano de expresar sentimientos y pensamientos para comunicarse con los demás a través de la palabras, las señales, los gestos, la escritura u otros sistemas de signos.
Lenguaje y catequesis: La catequesis es una acción pedagógica que se articula sobre los diversos lenguajes de las personas y es, al mismo tiempo, portadora de un lenguaje específico. (DC 204). La catequesis habla el lenguaje de la fe de la Iglesia que se expresa en la Sagrada Escritura (lenguaje bíblico), en la doctrina (lenguaje doctrinal), en los ritos (lenguaje simbólico-litúrgico), en el testimonio de santos y mártires (lenguaje performativo: porque su vida es lenguaje que verifica). Pero también hace uso del lenguaje del arte (imágenes, música, cine, teatro) y también hace uso del lenguaje en el espacio virtual.
Liturgia: El signo de la liturgia abarca el conjunto de ritos, símbolos y celebraciones de la vida cristiana. Estos ritos transparentan y expresan una vida en plenitud, es la celebración de la fe y del misterio de Cristo y su don de salvación. La liberación y transformación que ha hecho el Señor con nosotros, es don que agradecemos, anunciamos y celebramos en los ritos litúrgicos.
M
Magisterio: Este término guarda relación con la actividad general de enseñar, de transmitir conocimientos y experiencias. Es una enseñanza, tarea ejercida por un maestro.
Magisterio de la Iglesia Católica: Es la autoridad de la Iglesia de enseñar al pueblo de Dios y de iluminar la auténtica interpretación de la Palabra de Dios. Esta autoridad, se ejerce en el nombre de Jesucristo, por los obispos, como sucesores de los apóstoles, bajo la autoridad del sumo pontífice. La autoridad del Magisterio Eclesiástico está en servicio de la fiel transmisión y de la mayor eficacia de la Palabra de Dios.
Martyría: Es el signo eclesial de la función profética. Incluye el primer anuncio, la catequesis, la predicación y la reflexión teológica. La fe no es para vivirla solamente en nuestro interior, es para proclamarla, para trasmitirla, para dar testimonio de ella y denunciar todo lo que en este mundo se opone a la ley evangélica del amor. Este anuncio de la fe no es creíble si no lo acompañamos con nuestra vida. Todo esto supone conocer y profundizar en el Misterio de Cristo, encontrarse con Cristo en la vida cotidiana; proyectar la vida desde los valores del Evangelio, vivir en un diálogo crítico y constructivo con la cultura conociendo la realidad, comprendiéndola, valorándola a la luz del Evangelio, acogiéndola compasivamente y transformándola.
Ministerio: Palabra que proviene del latín ministrare, que significa servicio.
Ministerios en la Iglesia: Existen, en la Iglesia, ministerios que derivan del bautismo y la confirmación. Estos son ejercidos por los laicos, quienes “en virtud de su condición bautismal y de su específica vocación participan en el oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo, cada uno en su propia medida” (CL 23). También existen los ministerios que derivan del sacramento del orden; por el cual los ministros ordenados reciben la autoridad y el poder sacro para servir a la Iglesia In Persona Christi Capitis (personificando a Cristo Cabeza) pero todos son participación del ministerio único de Jesucristo. Existen ministerios instituidos como el lectorado y el acolitado y ministerios diversificados, “tales ministerios, nuevos en apariencia pero muy vinculados a experiencias vividas por la Iglesia a lo largo de su existencia, animadores de la oración y del canto, cristianos consagrados al servicio de la palabra de Dios o a la asistencia de los hermanos necesitados, jefes de pequeñas comunidades, responsables de movimientos apostólicos u otros responsables” (EN 73).
Ministerio de catequista: Instituido por el papa Francisco en su carta apostólica en forma de motu proprio Antiquum Ministerium (11 mayo 2021). Desde el nuevo testamento, se hace evidente la presencia de personas dedicadas al anuncio de la Buena Nueva y a la transmisión de la fe de forma más orgánica y permanente, en las primeras comunidades cristianas. El ministerio de catequista se describe como un “servicio estable que se presta a la Iglesia local según las necesidades pastorales identificadas por el Ordinario del lugar, pero realizado de manera laical como lo exige la naturaleza misma del ministerio. Es conveniente que al ministerio instituido de Catequista sean llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis”. (AM 8). Son colaboradores del obispo, los sacerdotes y los diáconos, dispuestos a servir en el lugar y en la forma en que se requiera.
Mistagogía: Del griego mystagogheín que significa introducir en los misterios. En la terminología cristiana, mistagogía indica el último período del catecumenado antiguo, durante el cual se impartían a los neófitos las catequesis llamadas mistagógicas. La mistagogía ha sido revaluada por el nuevo Rito para la Iniciación Cristiana de los Adultos (RICA), como cuarto y último grado del itinerario de iniciación, como tiempo de la experiencia de los sacramentos recibidos y como fase de la experiencia de la comunidad. De este modo, los fieles son continuamente guiados en el descubrimiento de la Palabra y de la muerte y resurrección de su Señor, en la que los introduce el Espíritu del Padre.
Mistagogo: El catequista es mistagogo, pues introduce a los hermanos en el misterio de Dios. El catequista está llamado a transmitir el contenido de la fe y a conducir al misterio de la fe misma.
Misterio: Del latín mysterium y hace referencia a algo que no se puede comprender o explicar. Con respecto a Jesucristo, la palabra misterio se refiere a una realidad que nos supera y que, poco a poco, Dios ha ido revelando.
Misterio Pascual: Es el núcleo central del contenido de la misión de la Iglesia y de la catequesis. El acontecimiento pascual: Jesucristo muerto y resucitado, es la razón de ser de la Iglesia, el contenido esencial de la fe y el centro de la predicación cristiana: “y si no resucitó Cristo, nuestra predicación es vana, y vana también vuestra fe” (I Cor 15, 14).
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Parresía: Palabra de origen griego y podría entenderse como la libertad, apertura, audacia y confianza, sobre todo en el hablar. En el Nuevo Testamento este término adquiere un sentido múltiple: audacia, fervor, empuje evangelizador, actitud llena de coraje, entusiasmo, hablar con libertad, predicar la Palabra con valentía, el empuje del Espíritu para no ser paralizados por el miedo o por los intereses humanos.
Pedagogía: Tiene su origen en el griego antiguo paidagogos. Hacía referencia al esclavo que llevaba al hijo de su amo hasta el maestro. Hoy se le llama pedagogía a la ciencia aplicada que estudia la educación y los métodos para la enseñanza.
Pedagogía de la fe: La catequesis asume la pedagogía de la fe como modelo para guiar toda su acción y está inspirada en la pedagogía de Jesús. La pedagogía de Jesús tiene por signo distintivo la condescendencia. Su forma de enseñar, su actuar y sus gestos son la guía para planificar y expresar el acto pedagógico. Las notas distintivas de la pedagogía de la fe son: la libre iniciativa de Dios, el carácter progresivo, la coherencia interna, la tendencia kenótica (abajamiento), el respeto y conocimiento por el interlocutor como persona concreta para vivir la fidelidad a Dios y al hombre y la tensión hacia el futuro.
Piedad popular: La piedad popular o religiosidad popular ha estado presente en el culto cristiano desde el comienzo de la vida de la Iglesia y es parte de la realidad de los sacramentales. La piedad popular consiste en las diversas manifestaciones de índole cultural y religioso que expresan la fe y las creencias de un conglomerado humano, no con los ritos propios de la Liturgia sino con las prácticas y formas particulares derivados del modo de ser y de la cultura de un pueblo.
Piedad popular y catequesis: La catequesis ha de cuidar y valorar la riqueza espiritual de los pueblos y sus manifestaciones, pero debe purificar aquellas que han sido desviadas o deformadas para devolverles su carácter cristocéntrico, evangélico y eclesial.
Planificación: Son distintas acciones que se piensan con base en objetivos determinados que se quieren lograr, previendo situaciones y mirando a largo plazo; conociendo y analizando la realidad que se quiere transformar. La planificación implica observar y analizar (interlocutores, contexto) y actuar (propósitos, recursos, responsables). Implica también los espacios para realimentación, formación, evaluación. La planificación debe reflejar trabajo en equipo e iniciativa.
Planificación y catequesis: La catequesis es educación en la fe, por medio de un proceso sistemático y gradual que no ha de improvisarse, por eso hace uso de la planificación. Esta permitirá hacer un esfuerzo por conocer la realidad del interlocutor; mirar a largo plazo (pues la catequesis es un proceso continuo y no hechos aislados), garantizar una secuencia y unos propósitos bien claros en cada etapa y organizar tiempos y recursos oportunos; todo esto para recorrer la ruta de cada encuentro catequístico de forma adecuada.
Propósito: Es la intención por la cual se realiza o se deja de realizar una acción. Se trata del objetivo que se pretende alcanzar. Este término indica la finalidad, la meta de una acción o de un objeto.
Propósito y catequesis: En la planificación de cada encuentro catequístico se han de establecer propósitos, a modo de objetivos específicos. Se ha de generar un propósito para cada uno de los momentos del encuentro (experiencia humana, experiencia de fe y respuesta de fe). Cada propósito abarcará el ser, saber y saber hacer.
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Respuesta de fe: Es un elemento constitutivo de la catequesis de la experiencia junto con experiencia humana y experiencia de fe. Aquí se suscita la respuesta libre y personal de cada interlocutor a la Palabra y a la propuesta de Jesucristo. Incluye la acogida del mensaje, su aceptación y comprensión, su vivencia y celebración.
Revelación: Es el proceso mediante el cual Dios se ha dado a conocer a sí mismo. Él ha entrado, por libre y amorosa iniciativa suya, en diálogo con el hombre y ha manifestado su ser y su voluntad. De diversas maneras habló a su pueblo, hasta que llegó el momento en el cual nos habló a través de su Hijo Jesucristo. (cf. Hb 1, 1-2). Dios ha entrado en diálogo con el hombre, un diálogo de amor, de amistad, de intimidad. La revelación de Dios se ha dado dentro de la historia humana, llega a plenitud mediante los gestos y palabras de Jesucristo.
RICA: Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos. Se publicó en 1972 dada la petición del Concilio Vaticano II de restablecer el catecumenado. En cuanto a la estructura, cada conferencia episcopal hizo pequeñas adaptaciones, en función de las necesidades pastorales locales. Sin embargo, en líneas generales, la estructura básica del RICA es la siguiente:
• Observaciones generales preliminares sobre la iniciación cristiana.
• Introducción al Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos.
• El catecumenado y sus etapas:
• Primera etapa: Entrada (acogida, presentación, exorcismos, entrega de los Evangelios); el Catecumenado (exorcismos, bendiciones, unción, entrega del Símbolo, entrega de la Oración del Señor).
• Segunda etapa: Tiempo de la purificación e iluminación (elección, el triple escrutinio).
• Tercera etapa: Sacramentos de la iniciación cristiana.
• Mistagogía.
• Ritos especiales: ritos simplificados / abreviados, para adultos ya bautizados, para niños, para acogida de los bautizados válidos en otras tradiciones cristianas.
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Saber: Constituye una de las dimensiones de la formación del catequista, junto con el ser y el saber hacer. El saber es todo lo que el catequista debe conocer para desempeñar bien su tarea. Dentro de su saber debe comprender el conocimiento de la Sagrada Escritura, la historia de la Iglesia, el símbolo de la fe, la liturgia, los sacramentos, la vida moral, la oración, el magisterio. Además de este saber, que le hace ser fiel a Dios y a su mensaje de salvación, el catequista debe ser fiel al hombre y para eso debe conocer a la persona en concreto, en su realidad socio cultural, además debe dejarse ayudar por ciencias como la psicología, la pedagogía, la didáctica, entre otras. Saber hace referencia a los conocimientos necesarios para ejercitar el acto catequético.
Saber hacer: Constituye una de las dimensiones de la formación del catequista, junto con el ser y el saber. Saber hacer hace referencia a las habilidades necesarias para ejercitar el acto catequético. “En la dimensión del saber hacer, el catequista es capacitado para crecer como educador y como comunicador”. (DC 148). El catequista debe desarrollar habilidades que le permitan ser un testigo creíble de la fe, presentando la historia de la salvación de manera vital. Debe desarrollar la capacidad para formar relaciones maduras con las personas, para así poder gestionar una adecuada dinámica de grupo, activando procesos de aprendizaje comunitarios. También el catequista debe desarrollar la capacidad para preparar e implementar itinerarios de fe.
Sacramentales: Son signos sagrados instituidos por la Iglesia. No confieren el Espíritu Santo como si lo hacen los sacramentos, pero de alguna manera los imitan y se expresan efectos espirituales, gracias a la intercesión de la Iglesia. El fin de los sacramentales es “preparar a los hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida”. (CEC 1677). Entre los sacramentales destaca la bendición de personas, objetos y lugares, como alabanza a Dios por todo lo que de Él recibimos y súplica de la Iglesia, para que los seres humanos podamos hacer uso de los bienes recibidos desde los valores del Evangelio.
Sacramento: El sacramento es un signo sensible de una realidad invisible. Entiéndase sensible como que puede ser captado por los sentidos. El sacramento es un signo sagrado pues este signo hace lo que significa, gracias a la acción de Dios.
La Iglesia Católica tiene siete sacramentos. Estos dones de Dios son administrados por la Iglesia, se viven dentro de ella. Se pueden agrupar en: Sacramentos de Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía); Sacramentos de Curación (Reconciliación y Unción de los enfermos) y Sacramentos de Servicio (Orden sacerdotal y Matrimonio).
Sagrada Escritura: Llamamos Sagrada Escritura a cada uno de los libros que conforman la Biblia. La Sagrada Escritura es verdaderamente Palabra de Dios en cuanto es inspirada por el Espíritu Santo. Dios se valió de hombres elegidos para que, usando sus facultades y talentos, pusieran por escrito “todo y sólo lo que Dios quería”. (DV 11). De la Escritura la Iglesia recibe sustento y vigor, es alma de la teología y alimento para que todo ministerio de la Palabra sea verdaderamente fecundo en frutos de santidad.
Ser: Constituye una de las dimensiones de la formación del catequista, junto con el saber y el saber hacer. Ser hace referencia a las actitudes necesarios para ejercitar el acto catequético. Hace referencia a la dimensión humana y cristiana, a la madurez como persona, como creyente y como apóstol, al crecimiento interior. “Sobre la base de una madurez humana inicial, el catequista está llamado a crecer constantemente en un equilibrio afectivo, sentido crítico, unidad y libertad interior, viviendo relaciones que apoyen y enriquezcan la fe. (DC 139).
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Teología: La Teología es el estudio o el razonamiento sobre Dios. La palabra se desprende de theos que significa “dios” y logos que expresa “estudio o razonamiento”. Existen diversas ramas de estudio dentro de la teología tales como teología fundamental, dogmática, espiritual, pastoral, moral, pneumatología, escatología, cristología, entre otras.
Tradición: Se refiere a la Palabra viva de Dios, vivida y comunicada a través de las generaciones y que está testimoniada por la Sagrada Escritura. La Tradición es la Transmisión de la Revelación. Así, la Revelación de Dios ha sido transmitida a través de dos formas, escrita (Sagrada Escritura) y oral (Tradición). Para nuestra Iglesia, la Tradición o Predicación Apostólica es la experiencia de Dios, la vida de fe que se prolonga y se comunica en la Iglesia gracias a la asistencia del Espíritu Santo; asistencia que se manifiesta en la guía de los pastores (el Papa y los obispos) que, como sucesores del colegio apostólico, garantizan una transmisión auténtica y fiel.
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Via pulchritudinis: Vía de la belleza. Se entiende como la posibilidad de caminar hacia Dios por la belleza. “La vía de la belleza, partiendo de la experiencia sencilla del encuentro con la belleza que suscita la admiración, puede abrir el camino de la búsqueda de Dios y es capaz de disponer el corazón y el espíritu para el encuentro con Cristo, que es la Hermosura, que es la Santidad encarnada ofrecida por Dios a los hombres para su salvación”. (Consejo Pontificio de la Cultura, 2006). La belleza siempre está impregnada de bondad y verdad y por eso suscita en el corazón del hombre nobles sentimientos. Dios es la fuente de todo esplendor y belleza. Su obra es admirable en la creación y en las creaciones de su obra maestra: el ser humano. Jesús y su Evangelio son belleza en sí mismos.
Via pulchritudinis y catequesis: Toda forma de belleza es fuente de la catequesis. Entiéndase belleza en su sentido más auténtico y no solo estético o tantas formas de aparente belleza pero completamente vacías. Las formas de la belleza auténtica se manifiestan, por ejemplo, en la gracia otorgada a los santos, en la creación, en el patrimonio litúrgico y artístico de la Iglesia, en al arte contemporáneo. De todo esto, la catequesis hace fuente, para conducir a los hombres al don más bello que el Padre ha dado a la humanidad: su Hijo Jesucristo.
Vocación: Del latín vocatio que significa llamar. Se entiende como la inclinación que una persona siente para dedicarse a un modo de vida y puede estar relacionada tanto con lo profesional como con lo espiritual.
Vocación y catequesis: El catequista es un vocacionado, un llamado. Ha sido elegido, por la Misericordia del Señor y en virtud de su Bautismo y su Confirmación, para cooperar con el Obispo y los sacerdotes en el ejercicio del Ministerio de la Palabra, específicamente en la catequesis. La vocación específica del catequista tiene su raíz en la vocación común del pueblo de Dios, llamado a servir al plan de Salvación. El catequista ha recibido un llamado particular del Señor, quien lo capacita para el servicio de la transmisión de la fe, participando de la misión de Jesús de hacer discípulos y conducirlos a la relación filial con el Padre.
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