El porqué de esto se recoge en un tratado llamado los Pactos de Letrán, que fue firmado en 1929, entre el Reino de Italia y la Santa Sede. En él se oficializó la declaración como estado de la Ciudad del Vaticano, un enclave pontificio en el interior de Roma que, por otra parte, siempre había gozado de independencia política.

El Vaticano es, por lo tanto, una ciudad elevada al rango de Estado-independiente, pero es tan pequeño que solo la Basílica de San Pedro ocupa ya un 7% de su superficie, al que si sumamos el 13% más ocupado por la Plaza de San Pedro, nos daremos cuenta que nos encontramos ante el territorio independiente más urbanizado del mundo. El Vaticano alberga pues la Santa Sede, máxima institución de la Iglesia Católica. Cabe distinguir ambos nombres como elementos diferentes: mientras la Ciudad del Vaticano se refiere al territorio y sus habitantes, la Santa Sede hace referencia a la institución que dirige la Iglesia y que tiene personalidad jurídica propia. El término “Santa Sede” debe entenderse no solamente al Romano Pontífice, sino también las Congregaciones, los Tribunales y los oficios, por medio de los cuales el Papa suele despachar los asuntos de la Iglesia Universal (Código de Derecho Canónico, canon 361).
El Vaticano es el Estado más pequeño del mundo. Su nombre oficial es Santa Sede y su extensión total es de apenas, 44 hectáreas. Lo habitan unas 800 personas y, por razones obvias, su tasa de natalidad es cero. Nadie nace allí y, por consiguiente, no hay crecimiento poblacional. Sin embargo, es uno de los centros de poder con más peso en la comunidad mundial, ya que representa a unos mil millones de católicos de todo el planeta. El jefe de Estado es el Papa, que gobierna hasta su muerte. Se estableció como estado soberano el 11 de febrero de 1929 y posee, además de su importancia política, grandes tesoros en sus archivos, biblioteca, salas de arte y en su propia arquitectura.
Existen muchas peculiaridades en torno a la Ciudad del Vaticano, una de ellas es que es el único país que tiene por lengua oficial el latín, que a pesar de todo se le suele llamar una lengua muerta. Además tiene su propio correo y sus propias estampillas, que por cierto son las más codiciadas en el mundo de la filatelia. La población de este lugar asciende a las 1.000 personas, si llega, aunque en un día activo en el Vaticano pueden llegar a juntarse más de un millón de personas.
Algunos se habrán planteado ya: si el Vaticano es un país, ¿alguien que naciera en esta mini – ciudad adquiriría una nacionalidad vaticana? De momento, no existe nadie que haya dado a luz en la plaza de San Pedro, aunque si así ocurriera, el niño adquiriría la nacionalidad italiana, a pesar de todo. Una paradoja más.
Esta mini-nación, tiene como jefe máximo de su dominio al Papa, el Sumo Pontífice, por lo que puede considerarse que el Vaticano es la única teocracia de Europa, a pesar de que el Papa delega las funciones de gobierno en el Secretario de Estado. Solo nos queda añadir que el país más pequeño del mundo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.
Su centro, la basílica de San Pedro, mide 187 metros de largo, 135 de ancho y 45 de altura. La piedra fundamental para este colosal edificio se puso en el año 1506, durante el papado de Julio II, y uno de los que dirigieron las obras fue el espléndido artista Rafael Sanzio. En el mismo sitio ya se había construido en el año 324 d. C, la que se llamó Basílica de Constantino, en honor a este emperador cristiano, pero de esa construcción ya casi nada queda en pie. Su nombre actual se origina en el del Monte Vaticano, donde fue erigida aquella primitiva basílica. No deja de ser curioso que la palabra “vaticano” tiene la misma raíz latina de origen que “vaticinio”, es decir “profecía”.
Fuente Wikipedia. Código de Derecho Canónico
Pbro. Mario Montes Moraga
Departamento de Animación Bíblica
Centro Nacional de Catequesis